Se prometieron el pasado mes de julio en Cerdeña, Italia, y ahora se han dado el 'sí, quiero'. Piergiacomo Agostini, hijo del piloto de motociclismo Giacomo Agostini, el más laureado con 15 mundiales a sus espaldas, se ha casado con la española Leticia Fernández de Villavicencio, nieta de los marqueses de Genal. Y lo han hecho en Jerez, a la 13:00 de la tarde, en la iglesia de San Miguel con una misa que ha sido celebrada por el sacerdote que casó a los padres del novio. La celebración posterior ha tenido lugar en la finca familiar La Ramoncita, propiedad del deportista.
Pese a que la pareja vive desde hace tiempo en Bérgamo, tenían claro que se querían casar en España —han contado con Marisa Sarget, una de las wedding planners favoritas de la jet para que les ayudara a dar forma a su enlace—; y el vestido de la novia también debía ser made in Spain.
Todos los detalles de su vestido de novia
Leticia dirige su propia agencia de publicidad, diseño gráfico, branding y redes sociales; por eso no sorprende que cuando llegó el momento de elegir a quien iba a dar forma a su vestido de novia, teniendo ella un perfil creativo, se decantara por un profesional que también lo fuera (y mucho). La elegida fue Tamara Vázquez, fundadora de Romancera, con quien la novia tuvo una conexión especial, según nos cuenta: "Cuando la conocí no me preguntó qué vestido me imaginaba para el día de mi boda. Me preguntó por mí".
La diseñadora nos explica que trabajar con Leticia ha sido muy fácil. "Ha sido un proceso en el que me he sentido muy parte de su familia. Ha habido muchísimo cariño. Desde el primer momento se puso en mis manos" y confió en Tamara porque ella, como la mayoría de novias que llegan a su atelier, no tenía una idea clara de lo que buscaba.
Tamara apunta que todo partió de la pasión de la novia por las flores. "Una vez que tengo ese primer encuentro con ella, tratamos de ir buceando e investigando en su mezcla de estilo. En ese momento todo me lleva a un lugar común, las flores, y todo el vestido, toda mi propuesta, se vertebra desde ahí".
Fue en un segundo encuentro cuando la diseñadora le propuso el detalle que luego daría forma a todo: un arreglo floral con el que adornar el cuello compuesto por 64 flores (todas distintas) creadas a mano, pétalo a pétalo, con todas las sedas que formarían parte de su vestido.
Ocho tejidos y 64 flores para su vestido
Si algo caracteriza los vestidos de novia de Romancera, además de los patrones depurados, es la mezcla de textura. "Desde el principio hemos tratado de investigar y, sobre todo, encajar y armonizar texturas diferentes. Yo pienso que crean una atmósfera más interesante, más sorprendente, pero sin ser efectista", nos explicaba la diseñadora en una entrevista. Y el vestido de Leticia no es una excepción.
Tamara nos cuenta que ha utilizado un mix de sedas, hasta ocho telas transformadas con diferentes tipos de plisados, para conseguir una gran variedad de texturas que aportan riqueza a la prenda. El escote, explica la diseñadora, se ha trabajado con un plisado desflecado y una muselina a modo tirabuzón que lo enmarca. El cuerpo, en bambula plisada con un plisado cristal, y en la cintura el mismo tejido, pero con un trabajo stropicciato que evoca un efecto totalmente distinto.
La falda está confeccionada en crepé satén de seda con exterior doble de muselina y bambula, que tamizan el brillo y aportan un efecto suave, ligero y esponjoso a la caída. Los exteriores de la falda tienen un total de ocho godets con varias capas y diferentes tejidos que imprimen mucho movimiento y un toque vaporoso.
Sobre los hombros hay dos medias capas de muselina de seda que serán transformables y, junto con la triple cola desmontable (confeccionada en organza, bambula y muselina), crean un efecto visual muy interesante por las diferentes caídas con distintos largos y formas. "La joya sin duda es el detalle floral que lleva la novia en el cuello", asegura la diseñadora.
De su peinado al ramo de novia
El velo es uno de los complementos más emblemáticos del look nupcial, y Leticia no ha querido prescindir de él. Se trata de una seda natural hilada en telar manual que respira delicadeza y armoniza todos los elementos del vestido. Ella ha querido llevarlo fijado en un elegante moño con el que completaba su look nupcial, un recogido bajo que dejaba su rostro despejado, para el que ha apostado además por un maquillaje muy natural.
Para el ramo de novia, ha combinado peonías rosadas y hortensias blancas, creando una mezcla delicada y romántica. Su composición alterna flores voluminosas con detalles silvestres, logrando un equilibrio entre lo clásico y lo natural. El toque de verde completa un diseño fresco y elegante, perfecto para una boda en estas fechas.