Julio Liarte, experto en liderazgo y desarrollo personal: 'Liderar no es demostrar lo que sabes, es ayudar a otros a brillar'

Nadie dijo que ser buen líder fuera fácil. Julio Liarte, director creativo experto en liderazgo, equipos y desarrollo personal, lo sabe. Y tal vez por eso se animó a escribir su libro Trae, que ya lo hago yo, idiota, una obra que todo jefe debería leer (aunque no quiera itirlo), como reza ya desde su portada. Si sufres a un jefe que lo quiere controlar todo, que da órdenes pero no escucha, que confunde liderazgo con jerarquía, seguro que te identificas con las reflexiones que el autor incluye en sus páginas, donde el autor comparte lo que realmente necesitas saber para conseguir un equipo eficiente, motivado y, sobre todo, feliz, en el que todos brillen. 

La primera pregunta no puede ser otra: ¿Cuál considera que es la diferencia clave entre un jefe y un verdadero líder?

La diferencia clave está en que un líder inspira. Y eso no es algo inmediato. Implica currártelo cada día, escuchar más de lo que hablas, y tener claro que no se trata de ti, sino de los demás. Ser líder requiere ganarse el respeto y el corazón de las personas que trabajan contigo.

¿Qué te motivó a escribir este libro?

Desde muy joven me tocó dirigir a personas y era un reto para el que no me sentía para nada preparado. Y tuve que ponerme las pilas y aprender a base de errores y sobre la marcha. 

En este libro vuelco todo lo que aprendí a lo largo de estos años, basado en mi propia experiencia. Es el libro que me hubiera encantado leer cuando empecé a liderar. Así que decidí escribirlo. Y tenía claro que quería hacerlo con un tono cercano y ameno. Sin intentar sentar cátedra de nada. Simplemente transmitir lo que a mí me ha funcionado. Como si se lo contara a un amigo que me pidiera consejo con esto.

El titular ya es una declaración de intenciones, pero comentándolo en la redacción, pensábamos, 'es que hay tanta gente así'... ¿Qué piensa que deberíamos hacer para que no se repitiera esa frase tan manida?

Es la típica expresión que diría un mal jefe. Alguien que no confía en su equipo, que no es respetuoso, que no tiene paciencia… Por desgracia, es bastante común.

En mi opinión, el principal error que cometen muchos jefes hoy en día es no entender que esto va de construir relaciones sólidas. Relaciones de confianza. Esto va de personas. Y no de “recursos humanos”, como dicen algunos.

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Afirma que ser jefe es fácil, pero ¿y ser un buen líder?

No, no es fácil. Los principios para ser un buen líder son simples, eso sí. Pero no es fácil. Principalmente, porque requiere esfuerzo diario y constancia. Como casi todo lo que merece la pena.

Y, además, implica tener que gestionar ese “parásito” que llevamos pegados los humanos: el ego. El ego, mal gestionado, convierte el liderazgo en una especie de show narcisista. Y lo peor es que se disfraza de “seguridad” o “visión”, cuando en realidad es miedo: miedo a no tener todas las respuestas, a parecer vulnerables, a compartir el poder.

Un buen líder, en cambio, se enfoca en crear un espacio donde el equipo brille, no él. Porque liderar no va de tener la razón, sino de generar confianza.

¿Un buen líder nace o un buen líder se hace?

Definitivamente, se hace. Por supuesto, hay personas que traen de serie, de manera natural, muchas capacidades que hacen vislumbrar dotes de liderazgo: la empatía, el sentido común, la capacidad de escuchar a los demás para entender, la practicidad y claridad en la toma de decisiones, la habilidad para establecer límites en las relaciones, etc., etc. Pero son todo cosas que se pueden lograr aprender e integrar con la práctica. 

Basándose en su propia experiencia, ¿se ha encontrado con buenos líderes o cuesta dar con ellos?

Cuesta bastante dar con ellos. Como cuesta encontrar también otros potenciales referentes que causen algún tipo de inspiración: buenos profesores, buenos políticos, buenos padres…

Es posible que las deficiencias que muchos detectan en el sistema educativo, tengan mucho que ver. Al fin y al cabo, a nadie nos preparan para este tipo de cosas: entender una nómina, la declaración de la Renta, los impuestos… Y, sin embargo, todos tenemos que afrontar estas cuestiones en algún momento. Con esto no es diferente. 

¿Piensa que todo el mundo puede llegar a ser un buen líder?

Sí, por supuesto que sí. La cuestión es: si de verdad te interesa hacerlo. Hay que ser sinceros en esto. Porque no siempre uno está en el estado adecuado para hacerlo. Es así de claro; tiene mucho de actitud y de querer esforzarte.

Si estás en una reunión y te molesta que la gente tenga opiniones distintas a la tuya… mejor no lideres ni una barbacoa. Porque probablemente acabarías quemando las chuletas y la moral del equipo al mismo tiempo.

También deberías replanteártelo si necesitas controlar hasta cómo respira la gente. O si, cuando alguien comete un error, en lugar de ayudar, sueltas un: “¿Ves? Ya lo decía yo”. Spoiler: eso no es liderazgo.

Y, sobre todo, si te cuesta escuchar, si te da pereza desarrollar a los demás o si necesitas que te aplaudan todo el rato… mejor lidera tus plantas, que al menos no se quejan.

¿Cuáles serían en su opinión los tres rasgos que definen a un buen líder?

En mi opinión, liderar implica generosidad, humildad y muchas ganas de servir. No es un “ascenso”, es un compromiso. 

Esto, aderezado con algunas habilidades como: escuchar de forma activa, empatizar con los demás, identificar y desarrollar el talento de otros, sinceridad, autenticidad, una cierta visión, y confianza en tu gente. Con eso ya tienes la receta para liderar con éxito.

¿Cuáles piensa que son los errores más comunes que cometen los nuevos líderes?

Sospecho que pueden ser casi idénticos a los que yo mismo cometía. Al principio de mi carrera —cuando todavía creía que liderar era hacerlo todo yo— el título de este libro era casi mi mantra. Veía que alguien tardaba más de la cuenta o no lo hacía como yo quería y mi reflejo era: “Quita, ya lo hago yo”. Eso sí, lo de “idiota” me lo decía a mí mismo después, cuando acababa reventado, frustrado y con un equipo más desmotivado que un lunes sin café.

¿Cómo puede un líder fomentar la confianza dentro de su equipo?

Siendo un buen ejemplo para el equipo. Y la manera más sencilla es similar a un baile. De esos fáciles que sólo tienen dos pasos:

• Dar un paso atrás cuando llegan los reconocimientos, los aplausos y los premios. Dejando que sea tu equipo quien se lleve los méritos.
• Y dar un paso adelante cuando llegan los reproches, las broncas y la sed de ver cabezas rodando. Es tu equipo, tu gente, tu responsabilidad… y te toca comerte el marrón por ellos. Luego, ya en privado, ya habrá tiempo de analizar qué ha sucedido y buscar soluciones.

Aplicando este baile tan sencillo, la confianza en ti será la música de fondo en ese equipo.

¿Cómo se puede liderar sin caer en la sobrecarga o el burnout?

El burnout es literalmente estar quemado. Es un estado de agotamiento emocional, físico y mental que provoca estrés crónico.

Al contrario de lo que piensan algunos, el burnout no es una medalla al esfuerzo. Es realmente una señal de que algo no está funcionando bien en tu manera de liderar. Es importante identificarlo a tiempo y cuidarse. 

Cuidarte no es egoísta, es necesario. Si no tienes energía, claridad mental y equilibrio, no podrás tomar buenas decisiones ni ser una referencia para tu equipo.  Y lo mismo aplica para las personas que lideras. Un equipo agotado, sin motivación y sin espacios de descanso es un equipo que no rendirá al máximo y que, tarde o temprano, acabará perdiendo el entusiasmo.

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¿Por qué la confianza es un pilar fundamental en el liderazgo y cómo puede cultivarse dentro de un equipo?

Un líder auténtico inspira confianza porque es genuino, no porque pretenda ser perfecto. Es un ejercicio de humildad que implica aceptar que también te equivocas, reconocer errores y asumir que no tienes todas las respuestas.

Además, al hacerlo, inmediatamente transmites a tu equipo que no pasa nada por equivocarse y reconocerlo. Que todos somos humanos. Esto da mucha tranquilidad y propicia un clima adecuado para el desarrollo de la creatividad y la innovación. Cuando uno no tiene miedo a equivocarse o a ser juzgado y vetado por ello, normalmente da con ideas y soluciones que de otro modo nunca hubieran llegado.

¿Qué consejo darías a alguien que quiere mejorar sus habilidades de liderazgo pero no sabe por dónde empezar?

Mi consejo es simple pero vital: no intentes parecer perfecto. 

No fardes de seguridad. No te montes el personaje de jefe de serie americana. Sé tú, pero con más escucha, más humildad y menos necesidad de tener razón siempre. Pregunta mucho. Agradece más. Y cuando metas la pata —que lo harás—, reconócelo rápido y sin drama. Eso no te debilita: te humaniza.

Y, sobre todo: entiende que liderar no es demostrar lo que sabes, es ayudar a otros a brillar. Si haces eso bien, te van a seguir… no por obligación, sino por ganas.

¿A quién va especialmente dirigido 'Trae, que ya lo hago yo, idiota'?

Este libro va dirigido a cualquiera que haya tenido que coordinar a más de un ser humano sin volverse completamente loco en el intento.

Es para jefes, claro —sobre todo para los que no quieren convertirse en un meme—. Pero también para otras personas que quieren entender cómo se lidera bien, para poder exigirlo… o aplicarlo desde su lugar, porque el liderazgo no va de cargos, va de actitudes.

Y, si me apuras, va dirigido también a parejas, padres, profes, entrenadores, y hasta organizadores de cenas de amigos. Porque en el fondo, este libro va de cómo convivir mejor con otros sin necesidad de gritar, imponer ni acabar bloqueando a gente en WhatsApp.